Hugo Chávez Frías
El gran impulsor de las causas colectivas
Patricio Echegaray
Desde su alzamiento ante el
gobierno de Carlos Andrés Pérez en 1992, la figura de Chávez había generado
fuertes controversias en el terreno de la izquierda. La negra historia de los
golpes militares en nuestro continente al servicio de los grandes intereses
económicos y del imperialismo generó muchas reservas y prevenciones en sectores
de la izquierda y de la intelectualidad que manifestaban sus dudas sobre un
líder surgido de las fuerzas armadas que se presentaba, desde su pensamiento
bolivariano, firmemente comprometido con los intereses de su pueblo.
En su primera visita a la
Argentina en 1994, los comunistas, con un especial trabajo de Athos Fava ya
habíamos intentado, por pedido de las FARC y el Partido Comunista Venezolano,
generar un marco de relaciones para Chávez con sectores de izquierda, lo cual
chocó contra el obstáculo que generaba la resistencia de estos sectores a
reunirse con un militar.
Finalmente, en el año 1996, en el
marco del IV Foro de San Pablo en El Salvador, fue Raúl Reyes quien propicio mi
primera entrevista con Hugo Chávez. En ese Foro y ante la resistencia del PT
brasilero y el PRD mexicano en otorgar la palabra a Chávez, nuestro camarada
Schafik Handal organizó una reunión de Chávez con varios integrantes del Foro
en la cual tuvimos el honor de participar.
Un dato que llamó a poner
atención sobre su figura fue el especial trato que le dispensó Fidel Castro y
la actitud de Chávez de vincularse cada vez más a una de las mentes más
brillantes de nuestra época. Esta relación fue un ejemplo extraordinario de
colaboración revolucionaria entre dos líderes que supieron dejar atrás las
tensiones inmanentes entre hombres de semejante envergadura.
Desde su irrupción en la escena
política mundial, Hugo Chávez ocupó el centro de la escena encabezando la lucha
contra el neoliberalismo. Pero su lucha no se limitó a enfrentar los efectos
económicos y sociales de este modelo, la profundidad de su mirada le hizo ver
con claridad meridiana que resultaba fundamental, como lo venía anunciando
Fidel Castro, el librar una profunda batalla cultural contra el extremo
individualismo impulsado por los neoliberales como una de sus medulares medidas
de dominación política.
Frente a esto, Chávez se entregó
a la enorme y sabia tarea de recuperar las causas colectivas como instrumento
de construcción y legitimación políticas.
Batalló, entre otros aspectos,
por dejar atrás la propuesta
neoliberal
de un estado ausente y prescindente de los problemas del pueblo y profundamente
presente y activo en la represión de las protestas populares. En este sentido,
no sólo impulsó una fuerte distribución del ingreso, sino que también avanzó en
medidas estructurales como la nacionalización de los recursos naturales, la
industria y el comercio.
Desde el punto de vista
ideológico, Chávez fue un compendio de las ideologías revolucionarias
latinoamericanas abrevando en el nacionalismo revolucionario, el marxismo y la
teología de la liberación. Impulsó la recuperación de las causas colectivas conjugando
las tres características fundamentales que siempre deben guiar un proceso
emancipador, el patriotismo, el antimperialismo y el anticapitalismo,
vinculándolas a
la idea fuerza de que la
sociedad poscapitalista solo podría ser alcanzada a través del socialismo.
Heredero y continuador de las
tradiciones de lucha de nuestro continente, Se constituyó en una versión
potenciada de líderes como Torres, Velazco Alvarado y Torrijos.
En este sentido, los avances
materiales alcanzados por la revolución bolivariana en la mejora de la calidad
de vida de su pueblo se conformaron en el firme sustento sobre el cual se libra
la batalla ideológica.
Para librar esta batalla,
comprendió tempranamente la necesidad de la organización, de contar con un
partido organizado que impulse una política frentista desde la cual profundizar
la construcción de poder popular.
Con esta forma de accionar en
política, Chávez dejó totalmente reafirmado el carácter bolivariano de su
proyecto, tanto para Venezuela como para toda América.
El profundo internacionalismo que
signó su vida quedó plasmado a fuego en nuestros pueblos con el impulso del
ALBA, la UNASUR, la CELAC y con ese grito de desafío, rebeldía y propuesta que
significó el ALCA ¡ALCARAJO! pronunciado en Mar del Plata en el año 2005. Al
igual que José Martí, Chávez supo ver en las entrañas del monstruo y lo enfrentó
valientemente siendo el promotor de un nuevo y superador antimperialismo en la
región.
El apoyo de su pueblo le permitió
vencer el golpe de estado en 2002, sortear el feroz paro petrolero impulsado
por la oligarquía venezolana y superar airoso un sinfín de maniobras
desestabilizadoras impulsadas por el imperio y los grandes medios de
comunicación, dejando hoy una sucesión encabezada por Nicolás Maduro que todo
indica tiene una enorme capacidad para seguir adelante con la revolución
bolivariana y continuar enfrentando exitosamente no sólo los renovados embates
del imperio, sino también las contradicciones que puedan surgir al interior del
chavismo.
El ejemplo de Hugo Chávez, sus
acciones concretas se convierten así en una valiosa reserva de inspiración para
las luchas de los pueblos del mundo y desde el Partido Comunista impulsaremos
un Seminario Permanente sobre el pensamiento del líder bolivariano para
mantener vigente su legado.
Hugo Chávez, el revolucionario
más notable surgido en nuestro continente en el siglo XX luego de Fidel Castro
y el Che Guevara ha dejado una marca indeleble en Venezuela y en toda América
Latina y el Caribe. Así lo manifiestan los ciento de miles de personas que lo
despiden en su tierra y los millones seguirán su ejemplo en todo el mundo
haciendo realidad la consiga de ¡Chávez somos todos!
Ernesto Che Guevara ya nos lo
había dicho: “si supiéramos unirnos, que hermoso y cercano seria el futuro”.
Raúl Castro afirmo que “Chávez
murió invicto, invencible y victorioso”.
Sabemos que esto es verdad y que
el legado de Hugo Chávez Frías ha sido, es y será habernos acercado a ese
futuro.